p E R F me interesaba su tendencia poHtica, sino que al pie de los artfculos siem­pre había cosas muy ingeniosas, inte­resantes, divertidas. Se me ocurrió hacer de mis lecturas una recolección de textos muy breves, que a veces resultaban breves cuentos. Los bauLi­zamos allf como minificciones o mi­nicuentos. El t�rmino lo acuñamos nosotros, después se generalizó y se asumió como tal. Fue también un es­tfmulo para que los lectores intenta­ran escribir este tipo de narraciones. Al principio muy pocos se atrevían a incursionar en este género brevísimo; luego los jóvenes lo ejercieron con entusiasmo. De lo mismo vino la idea de incluir esos pequeños recuadros acompañados de dibujos." Este es un proceso ac11m11lalivo, ic6mo resuelven el problema para mantener frescos los materiales áe la primera época y para que las n11evas generacwnes puedan conocer la cllenJf.slica áe ltace yurios dece11ios y, 18 L E D T más aún, observar y analizar la evoluci6n de este �nero en la revista? "C3si todos Jos números de El Cuento están agotados; vamos en el l 17. Hay gente que desea leer a los primeros autores, pero reeditar la revista resul­taría incosteable. Pen amos en la po­sibilidad de hacer una serie de antologfas temáticas que se 11ama Los cuentos de El Cuento. Llevamos ya cuatro libros publicados y uno más está por aparecer. El primero se Jlama Los tiernos infantes terribles, que tiene la constante de que todos los perso­najes son niños. El segundo es La picardfa amorosa, que no es necesario explicar. El tercero, El ingenio del hu­morismo. El cuarto, Amor, amor y más amor. El quinto se va a llamar Los infiernos terrestres, y sus 1ex1os reúnen los aspectos de la violencia. Los tres primeros se agotaron en un año y están en proceso de rcedición. "La revista ha acumulado una gran cantidad de fieles lectores en toda Latinoamérica y muchos de ellos han o R A L publicado sus cuentos en El cuento. A través de la publicación he estableci­do fuertes amiscades con escritores de todo el continente. Por cierto, en Argentina hay una revista que sigue totalmente la idea original de la nues­tra. Mi amigo Mempo Giardinelh, quien vivió en el exilio durante 19 años, al regresar a su Buenos Aires decidió hacer Ja publicación Puro cuento. Él mismo ha reconocido que se inspiró en El Cuento y su éxito ha sido rotundo en su país." La casa deEdmundo Valadés pare­ce tener mil ojos atentos a su dueño. Afuera, la llovizna cae sugiriendo pensamientos desordenados. Los pe­rritos ladran inquietos; con sus ho­cicos empañan los cristales. El fo­tógrafo engolosinado suelta clics a diestra y siniestra yel cuentista sonrfe benévolo, se deja captar la misma ex­presión indescifrable de la edad en que los cuentos vienen a él por si solos. Seguramente porque en esa sonrisa La muerte no tiene permiso.
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